De cómo acabamos en una isla desierta en Suecia

Que a Estocolmo la llamen La Venecia del Norte no es casualidad: la ciudad es un laberinto de canales (mucho más limpios que los venecianos, todo hay que decirlo) resultado del archipiélago en el que descansa.

Era el verano más caluroso que se recordaba y la suerte hizo que nuestra pequeña comitiva se cruzara con un chico español que nos recomendó visitar el archipiélago en piragua. ¡Perfecto! ¿Qué podía fallar? Os lo digo yo: todo.

 Piratas de agua dulce...

Parece que va a llover

Nos montamos, a base de gracia española, en el autobús que nos habían indicado. Teníamos que ir contando las paradas porque, en mitad de la nada, se encontraba el pequeño puesto que nos alquilaría nuestro medio de transporte. Mientras tanto el cielo se encapotó de una forma que lo de "el verano más caluroso en Suecia" parecía una mala broma de nuestro compatriota.

Aunque la mayoría, y el sentido común, abogaban por ir directamente a Vaxholm, un pueblo cercano, tres insurgentes consiguieron conseguimos apear a todo el pasaje del autobús para empezar la aventura. Mientras caían las primeras gotas podía sentir dagas clavándose en mi espalda.

Rumbo a la isla desierta

Resumen rápido (que se me está haciendo muy largo el post y no me leéis tanto):
  • La chica de las piraguas nos alquila varios K2 (piraguas de dos plazas)
  • Por ser tantos, nos cede el uso de una cabaña en una isla desierta que tenemos que encontrar con un mapa (¡exijo mi loro y mi bandera pirata!)
  • Afortunadamente sale el sol y el verano más caluroso vuelve para quedarse toda la semana (los puñales en la espalda desaparecen)
  • Para ir a nuestro destino, tenemos que cruzar un puerto marítimo. Con buques. Mercantes. Grandes.
  • Dos marineras de agua dulce acaban en el agua cuando un mercante arrolla su K2
  • Finalmente, nuestro GPS interno o los dioses nórdicos nos depositan - sanos y medio salvos - en una bonita isla desierta donde dos iglús y un tipi (¿multiculturalidad?) serán nuestra casa los próximos días
Y esta es la historia rápida de cómo acabamos en una isla desierta... en la que una de nuestras compañeras cogió una fiebre tifoidea.

Vivir en una isla desierta sueca

3 cosas que molan 
  1. Bañarse en pelota picada por la mañana en una unión mística con la naturaleza
  2. Poder encender una hoguera para bailar al son de la luna (en Suecia se puede hacer fuego sin problemas con la ley)
  3. Jugar a ser Tarzán, el niño perdido, como viniste al mundo y unos helechos
3 cosas que no molan 
  1. Acabar el viaje con alguna suerte de fiebre tifoidea transmitida por un misterioso bicho muerde-pantorrillas
  2. Integrarte en el ecosistema como fast-food para garrapatas
  3. Tener que hacer 10 km en kayak para conseguir comida o agua

En resumen, si no tenéis dinero para un crucero por los fiordos, podéis acercaros a descubrir el archipiélago en piragua: una experiencia increíble y muy económica, a menos de una hora de Estocolmo e ideal para un fin de semana.

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