Pero si yo no voy buscando nada
Aunque no vayas con una intención digamos, moralmente cuestionable, puedes acabar en alguno de estas situaciones.
Si un turista español llega a una ciudad como Tokio y entre tanto kanji vislumbra un cartel con "snack bar" puede verse tentado a entrar. Si ese español eres tú, abstente.
Los snack bar son establecimientos a simple vista "normales": alcohol, tabaco y jóvenes camareras de buen ver. ¿Dónde está el truco? En la cuenta. Estos son bares donde, además de la bebida, se paga la compañía de las mujeres. No, no viene desglosado en la factura: sencillamente cada trago tiene un precio desorbitado.
Por si alguna mente calenturienta duda: sí, se paga sólo por la compañía. Por que hablen contigo, por que te atiendan de una manera cariñosa, por que te abaniquen... nada de sexo.
Ahora bien, lo de nada de sexo. Esto al menos, en teoría. Según nos informó un chico que llevaba un año viviendo allí, en ciertos snack bar el filtreo lleva a más y puedes comprar un "bono" de felaciones.
Masajes
Llegas del monte Fuji pensando "Nunca más" y con la espalda cual acordeón. Tu reino por un masaje. Si vives cerca del barrio, de pronto tus ojos se irán parando cada dos puertas en todos los cartelitos de mozas ofreciendo masajes.
¿Qué hace tanto servicio de fisioterapia en un barrio como este? Te preguntas inocente de ti ¿Dónde está(n) la(s) parte(s) del uniforme que les falta? Te vuelves a preguntar, esta vez no tan inocente. Respuesta simple: fisios, fisios no deben de ser.
La mayoría de estos sitios ofrecen masajes eróticos con final feliz y otras bondades. Punto ¿positivo?/¿negativo?: la mayoría de estos sitios no ofrecen el pack "completo" a los gaijin (término japonés para designar a los extranjeros).
Esas misteriosas tiendas
Estas bonitas tiendas que están cubiertas con telas amarillas que caen... ¿qué esconden en su interior? Pues a un hombre con un teléfono. ¿Decepcionados? Nosotros también lo estábamos... hasta que entendimos el funcionamiento del negocio.
Al entrar en la ¿tienda? el hombre pregunta al cliente qué desea. "¿Rubia? ¿Morena? ¿Japonesa? ¿China?" Lo que parecían listines telefónicos, en realidad ocultaban fichas con caras y datos de decenas de mujeres: señalar también es otro modo de elegir. Detalles a parte, un vez hecha la petición, el dependiente descuelga el teléfono para informar a dios-sabe-quién y en unos minutos aparecen dos muchachotes que se llevan al cliente por las callejuelas del barrio hasta un piso franco para adquirir su producto.
¿Y por qué tanto cuidado? ¿Por qué tanto secretismo?
La ley sobre la prostitución
La Ley de Regulación de Negocios que Afectan a la Moral Pública, o Fūzoku Eigyō Torishimari Hō, de 1948 y reformada en 1985 y 1999 regula todos estos negocios legales de sexo. Y menciono especialmente la palabra “legal” en este caso, porque muchos de estos negocios acaban teniendo una relación sexual con penetración entre el cliente y la prostituta, a pesar de no ser legal.Lo que ocurre es que el negocio, inicialmente, no ofrece la penetración como posibilidad a sus clientes, así que si esto finalmente ocurre, se considera que ha sido una decisión de mutuo acuerdo entre las partes implicadas y no una transacción económica. Así estos empresarios del sexo evitan tener problemas con las autoridades.
Sin embargo, tú sí puedes tener problemas y la policía encubierta trabaja a la caza del turista que quiera tener acceso a la prostitución (especialmente callejera).
Un poco raro que haya tantos negocios y que por otro lado sea ilegal no crees? Además dar un masaje con final feliz no debería verse como prostitución, es un masaje en la zonas más intimas no jajajaja
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